Ante las explícitas amenazas del señor Chávez a la democracia, la paz y la integridad nacionales existen los que lo critican, quienes mantienen una posición de aparente indiferencia ante sus dislates, y sorprendentemente, quienes no dudan en defenderlo.
Periodistas que en el pasado exhibieron una convicción aparentemente democrática, políticos que se desgargantaban sobre la soberanía nacional y bloqueadores que se oponían —y se oponen aún— con una xenofobia primitiva e ignorante a lo extranjero, ahora suman fuerzas junto a seudo intelectuales para defender al unísono al coronel. Militares y alcaldes, ministros y comunicadores, con la convicción propia de los conversos que deben subrayar su sumisión porque han sido comprados, minimizan las actitudes autoritarias y la descarada intromisión de Chávez, no sólo aplaudiendo sus atentados sino encontrando argumentos para justificar y avalar la burda adquisición de conciencias acompañada de insultos y amenazas que en resumen es de lo que Chávez se trata.
El chavismo y el masismo no son una nueva ideología ni el remozamiento de una vieja. Son simplemente la cantidad de bravatas político-mediáticas que una cantidad casi ilimitada de dinero puede producir y divulgar. La ideología ha sido sustituida por el histrionismo mediático y la teoría política por operadores de la cultura, formación y sofisticación de gente como el diputado Gustavo Torrico. En tomas de posición que les deshonran como bolivianos y autoridades de Bolivia, personeros como el señor San Miguel, ni más ni menos que el Ministro de Defensa de la Nación, han aparecido presurosos para legitimar las sandeces y bravuconadas más insolentes hacia los propios bolivianos del presidente de otro país.
La historia juzgará mañana a quienes hoy actúan con un cínico desenfado ante quien es propiamente un ocupante político de la nación y en beneficio de quien el gobierno del MAS y su Presidente han abdicado su propia autoridad, y la dignidad y soberanía nacionales.
Lo propio puede decirse de quienes acompañan al señor García Linera en el denominado “Consejo político” que pretende encontrar alguna forma de salvar la cara de la Asamblea “originaria y plenipotenciaria” del callejón sin salida al que el propio discurso, la mala fe y la agresividad oficialista le han conducido. La muy oronda presencia del señor Richter y del señor Doria Medina flanqueando a García Linera cada vez que el mencionado consejo hace conocer sus ilegítimos adefesios seudo constitucionales es absolutamente vergonzosa. Es un acto de bribonería política que evidencia que estos representantes políticos han renunciado a cualquier noción de dignidad y responsabilidad
Periodistas que en el pasado exhibieron una convicción aparentemente democrática, políticos que se desgargantaban sobre la soberanía nacional y bloqueadores que se oponían —y se oponen aún— con una xenofobia primitiva e ignorante a lo extranjero, ahora suman fuerzas junto a seudo intelectuales para defender al unísono al coronel. Militares y alcaldes, ministros y comunicadores, con la convicción propia de los conversos que deben subrayar su sumisión porque han sido comprados, minimizan las actitudes autoritarias y la descarada intromisión de Chávez, no sólo aplaudiendo sus atentados sino encontrando argumentos para justificar y avalar la burda adquisición de conciencias acompañada de insultos y amenazas que en resumen es de lo que Chávez se trata.
El chavismo y el masismo no son una nueva ideología ni el remozamiento de una vieja. Son simplemente la cantidad de bravatas político-mediáticas que una cantidad casi ilimitada de dinero puede producir y divulgar. La ideología ha sido sustituida por el histrionismo mediático y la teoría política por operadores de la cultura, formación y sofisticación de gente como el diputado Gustavo Torrico. En tomas de posición que les deshonran como bolivianos y autoridades de Bolivia, personeros como el señor San Miguel, ni más ni menos que el Ministro de Defensa de la Nación, han aparecido presurosos para legitimar las sandeces y bravuconadas más insolentes hacia los propios bolivianos del presidente de otro país.
La historia juzgará mañana a quienes hoy actúan con un cínico desenfado ante quien es propiamente un ocupante político de la nación y en beneficio de quien el gobierno del MAS y su Presidente han abdicado su propia autoridad, y la dignidad y soberanía nacionales.
Lo propio puede decirse de quienes acompañan al señor García Linera en el denominado “Consejo político” que pretende encontrar alguna forma de salvar la cara de la Asamblea “originaria y plenipotenciaria” del callejón sin salida al que el propio discurso, la mala fe y la agresividad oficialista le han conducido. La muy oronda presencia del señor Richter y del señor Doria Medina flanqueando a García Linera cada vez que el mencionado consejo hace conocer sus ilegítimos adefesios seudo constitucionales es absolutamente vergonzosa. Es un acto de bribonería política que evidencia que estos representantes políticos han renunciado a cualquier noción de dignidad y responsabilidad
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