martes, 3 de septiembre de 2024

BOLIVIA: EL INAUDITO SISTEMA DE ELECCIONES JUDICIALES EMPEORO LA JUSTICIA

 

Las elecciones judiciales en Bolivia fueron implementadas por primera vez en 2011, como parte de una reforma constitucional que buscaba democratizar el sistema judicial y garantizar la independencia de los jueces. Sin embargo, desde su origen, estas elecciones han sido objeto de críticas y controversias debido a su falta de transparencia y a la percepción de que no han logrado transformar la justicia de manera efectiva.

Una de las principales críticas radica en que las elecciones judiciales ponen a los candidatos en una situación parecida a la de los políticos es decir compitiendo por votos, lo que limita su futura independencia al obligar a los candidatos hacer promesas que equivalen a prometer llevar a cabo un trafico de influencias si son electos.

Otro elemento es el de la autoidentificación indígena que permite sumar puntos en la preselección de candidatos por parte de la Asamblea Nacional. Como los impulsores tomaron conciencia de que no se podía permitir que los candidatos hagan campañas abiertas, prohibió las mismas, lo que atenta contra la libertad de expresión pero además  el Tribunal electoral tomo a su cargo la difusión de los perfiles de los candidatos subrayando según el caso su autoidentificación indígena, lo que fue denunciado como racista.

En las elecciones judiciales de 2011, se presentaron 97 candidatos a jueces y magistrados, de los cuales 57 fueron elegidos. Sin embargo, la participación ciudadana fue muy baja, con un 45% de votos blancos y un 18% de votos nulos. Esto revela un claro descontento por parte de la población y una falta de confianza en el proceso electoral y en los candidatos presentados.

Además, a lo largo de los años, se han denunciado numerosos casos de corrupción en el sistema judicial boliviano, lo que ha contribuido a socavar la credibilidad de las elecciones judiciales. En Bolivia hay casos de condenados a 30 años sin derecho a indulto liberados a los meses de iniciar su condena, jueces que han admitido en grabaciones que condenaron a gente sabiendo de su inocencia, y en general el sistema de justicia es percibido como lento, muy corrupto y totalmente permeable a la presión política y económica. .

En las elecciones judiciales de 2017, la situación no fue muy diferente. A pesar de la implementación de reformas para mejorar la transparencia del proceso, la participación ciudadana fue nuevamente baja, con un 60% de votos nulos y un 10% de votos blancos. Además, se denunciaron irregularidades en la selección de candidatos y en el conteo de votos, lo que generó aún más desconfianza en el sistema judicial.

En resumen, las elecciones judiciales en Bolivia han sido un gasto insulso en procesos electorales en los que la gente no participa y han sido incapaces de transformar la justicia de manera efectiva debido a la falta de transparencia, la baja participación ciudadana y la persistencia de la extrema politización y corrupción en el sistema judicial.

Bajo el argumento de que el anterior sistema hacia prevalecer el “cuoteo” es decir acuerdos entre bancadas parlamentarias para la elección de jueces, distribuyéndose entre las mismas en cuotas, se instituyeron las elecciones judiciales como un enrevesado camino, aparentemente democrático, pero realmente arbitrario, cuya manipulación ocurre en la pre selección de candidatos que realiza la asamblea nacional, bajo el control oficialista puesto que solo los que ellos determinen puede postularse.

Esto ha permitido que el partido oficialista haga elegir ya no una cuota más o menos meritocrática de jueces, como eran el caos antes, sino a la totalidad   de los jueces que en general son de un nivel profesional y académico paupérrimo, compensando aquello con su obsecuencia política y postura indigenista.

Es necesario implementar medidas urgentes para mejorar la calidad y la independencia de la justicia en Bolivia y restaurar la confianza de la población en las instituciones judiciales.

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