Parte de la involución en la
calidad de la interpretación política, reducida
a consignas simplonas que se
repiten con una furia medieval, es la idea de que “si críticas a “A” es porque
estas con “C”, simplificación grosera, casi estúpida, consecuencia de un mundo
dividido entre “lovers” y haters” donde
no se ven grises, colores o matices solo se percibe una realidad donde todo es
simple y fácil porque es binario, dividido, mecánicamente y sin apelación, en
blanco o negro.
De esta forma se reducen
realidades complejas y multivariables a una ilusión de simpleza y se evita el proceso de estudiar, debatir e
intentar comprender la política y a los
actores políticos como objetos de análisis que requieren de sofisticación
analítica además de instinto.
Así, habiendo sido anti masista desde el 22 de
enero de 2006, basta que alguien manifieste su indignación con la reciente
seguidilla de desaciertos del gobierno para ser tildado de “masista” o asimilado.
Lo propio ocurre con los que con
gran frivolidad creen que de la lucha de 14 años, en la que gran parte de una
generación sufrió discriminación, solo cuenta lo hecho en los últimos 21 días,
negando los mártires de un proceso que va desde Roger Pinto a Cristian Urresti,
pasando por más de 130 muertos, y miles de exilados, presos y perseguidos.
Los compulsivos del cálculo
político creen que todos son de su condición, por ende criticar a “A” favorece
a “B” y dan por descontado que si alguien lo hace es porque, desprovisto de
principios y ética se deja, como ellos, controlar por su maquiavélica,
interesada y mezquina mentalidad.
Los que critican el rumbo que ha
tomado el gobierno de la señora Añez, su doble e inaceptable condición de
candidata y presidente, la corrupción y mal uso de bienes públicos, no tienen,
ni en su peor pesadilla, la idea de ver en el MAS una alternativa, son
cabalmente los que creen que JUNTOS y su dirigentes estuvieron demasiado cerca
del MAS durante 14 años y acabaron pareciéndoseles tanto que llegados al
gobierno solo atinaron a comportarse con similares truculencias y cinismo. A
quienes les irrita tanto cinismo, no han calculado beneficiar a nadie, solo a
los que ya no quieren más cinismo.
Los críticos solo pretenden que
Añez decline su candidatura, el pecado original de su gestión y reconduzca las cosas.
La polarización entre “el MAS
agrupación de “salvajes” y “nosotros” los de “Santa Jeanine” es la estrategia
de la campaña oficialista cuyos artífices pretenden que les reditúe
electoralmente de la misma forma que esa interpretación por parte del
electorado le sirvió a Carlos Mesa para
acumular dos millones de votos y posicionarse como la personificación del voto”
útil” en octubre de 2019.
A JUNTOS le sirve victimizarse
mientras muestra un némesis sin aptitudes democráticas y mete miedo con sus
acciones, a veces puestas en escena, para inspirar terror e incertidumbre y al
MAS le sirve la destapada corrupción oficialista que insufló vigor en su discurso
y que ya puede, implícitamente, compararse con los “otros” ladrones.
El intercambio de lodo reciproco
entre los 2 frentes, en teoría los más extremos del espectro partidario, tiene
exclusivamente un ganador que es obviamente el cercador de ciudades y una gran
perdedora que es la democracia boliviana.
La “forma evo” de hacer las cosas, el
desparpajo del “yo le meto nomas” de las
puestas en escena, del engaño casi compulsivo, ya está siendo
institucionalizada. El tráfico con la justicia, el juez Huancani detenido como si rigiese la ley de la selva,
la utilización de recursos públicos en campaña, la declaración de reserva del
proceso, el hecho de que la presidenta solo grabe videos y no responda
preguntas, lo prueban. Qué decir del tufo a impostura en el que el “caiga quien
caiga” solo sirve para maltratar a un incauto veterano ministro mientras el
señor Mohammed Mostajo se pasea por el país, como, guardando las distancias, lo
hacía la Sra. Achacollo.
El gobierno ha perdido el apoyo
de gran parte de los partidos anti masistas y de no pocos ciudadanos
independientes lo que ha llevado a
algunos dirigentes del MAS a creer que pueden frívolamente jugar el rol de una
oposición convencional es decir de un partido que critica y exige elecciones como si nada pasara al mismo
tiempo que incentiva acciones de desestabilización.
Como si no estuviera en la memoria
de los bolivianos los 14 años de corrupción y despilfarro, de violaciones y
crímenes contra los derechos humanos.
Realidad histórica que el superlativo cinismo del candidato masista no
podrá nunca cambiar, aun si tiene la desfachatez de pedir un bono de más de 500 bs cuando sostuvo que
con 100 alcanzaba, de reivindicar libertad de expresión cuando ellos la
violaron o de hablar de transgénicos cuando fue Morales el que inició su legalización.
La polarización que se fomenta
con fines electorales, sustentada en la simplificación y división entre
“lovers” y “haters”, podría concluir en que muchos acaben por olvidar lo que
realmente fue el masismo. Ello también sería la consecuencia de no haber iniciado
las investigaciones, procesos y sanciones tanto en materia de corrupción como
en los diferentes casos de violación de los derechos humanos en los 14 años de oscuridad masista. Es jugar con fuego.
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