Para poner a prueba liderazgos,
no hay mejores contextos que las guerras,
desastres y en nuestros días, esa mezcla de ambas cosas que es la pandemia del corona virus. Si hay un signo del
mundo hoy es el de una incertidumbre espantosa que carcome el alma de millones
de seres humanos. Ante el miedo que se hace presa de todos los que desde sus
encierros contemplan un vértigo de
inquietudes, la imagen de la mujer líder se yergue como la madre protectora que brinda amparo,
decisión, y orientación en tiempos difíciles.
Ante lo desconocido, las
especulaciones de las teorías de conspiración sobre el origen y tratamiento de
la pandemia, la imagen de la canciller alemana Ángela Merkel impecable técnicamente
y de competente sensibilidad,
tranquiliza en su estilo
teutónico, por que borra la desconfianza con un aire casi maternal que inspira solidez
de mujer de estado, credibilidad, y
consuelo. Con otro estilo, Jacinda Arden, primera ministra de Nueva Zelandia
también de gran nivel técnico, habló de declarar al conejo de Pascua un
trabajador esencial y otras presidentes han hecho conferencias de prensa solo
dirigidas a niños por que las mujeres líderes suelen priorizar a los más
vulnerables.
En nuestro medio, la fuerza de la
Alcaldesa interina de Santa Cruz Angélica Sosa, y el liderazgo consistente de
la canciller Karen Longaric son puntos de referencia para quienes no
encontraban ejemplos para considerar que la
tradición de lideresas bolivianas desde Juana Azurduy y Bartolina Sisa a Lidia Gueiler, contaba con emulas
contemporáneas.
Si la resistencia contra la pandemia en Santa Cruz tiene un nombre es el de la Arq. Angélica Sosa quien junto al
Dr. Oscar Urenda agarró el toro por las astas, aun a riesgo de su propio
contagio y capital político. Incansable, valiente, con un solvente manejo de la
problemática, planteando soluciones y ejerciendo un genuino liderazgo arropó a
Santa Cruz en estos días grises a pesar de las limitaciones propias del
contexto local. Intuyendo la gravedad de lo que se venía antes que la mayoría,
Sosa, indiferente a las críticas, insistió en la cuarentena a pesar de la
indisciplina social, armó centros sanitarios, distribuyó alimentos, exigió
transparencia en las cifras y conduce la batalla en el epicentro que es Santa
Cruz de la Sierra.
Karen Longaric, por su parte,
asumió el reto de formular la política exterior de Bolivia antes y durante la
pandemia, luego de 14 años de masismo en el los que las decisiones se tomaban
en base a intereses ideológicos, no nacionales. Jefa de un variopinto gabinete,
Longaric destaca por la pulcra seriedad de sus decisiones y posicionamientos que obedecen por lo demás a un plan sobre política exterior que formuló
antes de ocupar el cargo. Tanto en el manejo de las relaciones con Chile en
plena pandemia, como en la presencia de representaciones de un gobierno que el
chavismo internacional quiso etiquetar de golpista, como en la promoción del
comercio internacional de Bolivia o en el manejo de la crisis de los alojados en
la embajada de México, la canciller
trajo consistencia y profesionalismo. Ejerciendo una responsabilidad para la
que estaba preparada como pocos, la Sra. Longaric ha producido en poco tiempo
un cambio positivo en la imagen internacional de Bolivia y probado que la
gestión de una mujer en la cancillería puede ser reflejo de la combinación
entre técnica y elegancia.
En este recuento, quisiéramos
mencionar a la Presidente Añez o a la Senadora Eva Copa con similares razones. No
obstante, al intentar Añez la reelección
inmediata candidateando contra el sentido común, hipotecó no solo el destino de
su administración, sino que se cortó a sí misma posibilidades de gestión y de
generación de genuino poder político. Ocupada en no cometer errores de campaña,
aparentemente secuestrada por un varonil entorno, parece ausente del desafío de
la pandemia, o del de las relaciones exteriores limitándose, calculadamente, a presentar teóricas buenas noticias en videos.
Pudiendo ser la madre de la nación en estas circunstancias prefirió escoger ser
la hija de una parcialidad y su proyecto político hoy se asemeja al de un
pedazo de hielo bajo el sol ardiente.
Por su parte la joven y poco
conocida presidente del Senado tiene aún
por demostrar si es capaz de marcar una ruptura con el terrorismo de su partido
y asumir posiciones constructivas y democráticas o si continuará en la nefasta
senda de la confrontación racial y política así como el del sabotaje a la
democracia y a la paz social con el que su mentor dividió y envenenó el alma de
los bolivianos mientras despilfarraba el dinero de todos sin invertir
prácticamente en salud. Su participación en el rechazo parlamentario del primer
crédito necesario para las victimas del
virus es una pésima señal de su
verdadera identidad e intenciones.
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