jueves, 28 de mayo de 2020

Estado y Capitalismo en épocas de coronavirus


                                              

Para los liberales, y con mayor énfasis  para  los que defienden las ideas libertarias muy en boga últimamente, el Estado debiera reducirse a su mínima expresión, y como fin último, prácticamente desaparecer.  Desde John Locke y Adam Smith el estado tiene como único fin proteger los derechos individuales de los miembros de la sociedad; el mejor estado es el que menos interviene. El liberalismo clásico es reacio a un estado fuerte y a gravar con altos impuestos a los ciudadanos.

Lo objetivo es que desde el punto de vista de la creación de riqueza, de la innovación y la creatividad pocos disputan la idea de que el liberalismo y su mecanismo procedimental el capitalismo, funcionan y cumplen sus objetivos mejor que cualquier otro sistema. Como afirmara Henry Hazlitt[1]: "El sistema capitalista, es un sistema de libertad, justicia y producción. En todos estos aspectos es infinitamente superior a todos los otros sistemas que son siempre coercitivos. Pero estas tres virtudes no deben separarse. Cada una de ellas surge de la otra. El hombre sólo puede ser moral cuando es libre.”

Una de las grande paradojas de la predominancia del capitalismo por sobre el socialismo en términos generales tiene que ver con la galáctica disparidad entre los más ricos y los más pobres a nivel mundial. “Las ocho personas más ricas del mundo, todos hombres, acumulan en sus carteras más riqueza que la mitad de la población del mundo más pobre, unos 3.600 millones de personas.[2]

La superioridad objetiva del liberalismo a pesar de este problema estructural altamente preocupante, junto con un relativo estado de ausencia de conflictos bélicos,  llevó a mirar con gran optimismo la situación del mundo en las primeras décadas del siglo 21 a pesar de muchos otros desafíos como el calentamiento global, la desaparición de las especies vegetales y animales y la contaminación. 

 En palabras de Etxbarria Apalategui[3] “Los datos demuestran que el mundo no empeora, sino que mejora. Vivimos mejor que nuestros antepasados: la esperanza de vida aumenta, la mortalidad infantil desciende, el analfabetismo se reduce, la riqueza y la renta es mayor, la pobreza extrema va mitigándose, la igualdad de género va siendo cada vez una realidad más palpable, las posibilidades para vivir una vida sana están cada vez más en nuestra mano y somos más libres. Sí, a pesar de todo.”
En ese contexto general, la pandemia del corona virus se cierne como un disuasivo contundente para quienes sostenían la superioridad absoluta del liberalismo/capitalismo, la necesidad de achicar el estado, el “fin de la historia”  y para los demasiado confiados en su optimismo.

En efecto, la pandemia, previsible para algunos, una inmensa sorpresa para la mayoría, pone en tela de juicio la eficacia de los instrumentos del liberalismo y sobretodo la idea de qué otra cosa que el estado con una gran E puede administrar sus dimensiones sanitarias, económicas, sociales y hasta psicológicas y culturales. 

Si no tendríamos estados nacionales e instituciones públicas, locales, nacionales e internacionales  para enfrentar a este monstruo desconocido es bastante seguro que no habría sencillamente forma de enfrentarlo. Seria inimaginable que solo los mecanismos del mercado, las manos y brazos invisibles, la fuerza de la iniciativa privada y el impulso del interés individual, tendrían siquiera sentido alguno sobre todo al inicio de este desafío para despegar los recursos organizacionales que la situación requiere.

El desafío sanitario del coronavirus, la administración de la información, la repartición de insumos y equipos, los lineamientos estratégicos y el costo  de los tratamientos  solo puede ser enfrentado por los ministerios de salud del mundo, la imperativa  universalización de las políticas públicas no admite ni siquiera la distinción publico privada y ha de, esencialmente, considerar a todo ser humano contagiado como merecedor de igual tratamiento.

En los Estados Unidos todo el debate político sobre el seguro médico ha sido momentáneamente zanjado por el Presidente Trump[4]  ante las circunstancias instruyendo a todos los hospitales privados de acoger a pacientes sin seguro asegurando que el estado federal cubrirá los costos.
En el ámbito de las consecuencias económicas del apagón económico mundial resulta inconcebible una situación donde los estados centrales no hubiesen asumido un rol más que protagónico para intentar amortiguar el shock sobre el empleo, evitar el colapso de las bolsas y asegurar desde la cuasi paralización del tráfico aéreo mundial y el no pago de los servicios básicos, incluyendo el internet, hasta en algunos caso los alquileres e incluso la alimentación de cientos de millones de personas.

 Todo eso y mucho más solo lo podían haber decidido e implementado, en su inmensa y sin precedentes complejidad conceptual y logística, los estados nacionales y las reparticiones públicas  de todo el orbe. Estados Unidos inyectó más tres billones en la economía[5] y la unión europea medio billón sin contar las inyecciones de sus estados miembros por separado pero en ambos casos y en el de países súper poblados como la India y China han asegurado la sanidad y la seguridad públicas[6] en condiciones nunca vistas, apenas imaginadas.

Guardando las distancias y sobretodo las proporciones en términos demográficos, en Bolivia toda la formulación e implementación de las políticas sanitarias y económicas para resistir la pandemia han estado a cargo de un gobierno transitorio apoyado en los medios del estado desmantelado y politizado que se heredó del masismo.

Pero a pesar de las inverosímiles  limitaciones de toda índole, incluyendo el irracional y criminal hostigamiento de Evo Morales y sus adláteres  hasta la fecha el ejercicio puede ser calificado de relativamente aceptable en la dimensión sanitaria en relación a lo ocurrido con países comparables. A pesar de haberse auto infligido una seria herida en términos de credibilidad y confianza al proclamarse candidata a la presidencia, apoyándose en la legalidad constitucional masista, la señora Añez ha logrado enfrentar  la pandemia en las necesidades de muy corto plazo, cerniéndose no obstante una gran incertidumbre sobre lo que ocurrirá en el mediano termino sobre todo a nivel económico.

Resulta imperativo que se defina, por ejemplo,  un mecanismo de concertación política que, empezando por el tema de las elecciones nacionales y sub nacionales construya una mínima legitimidad a las decisiones que un gobierno transitorio está tomando ya que las mismas tendrán consecuencias estructurantes hacia el futuro. Lo que se decide hoy, endeudarse para dar bonos, apoyar a ciertos sectores y no a otros tendrá consecuencias prácticamente imposibles de revertir por los próximos gobiernos cuya legitimidad emergerá de las urnas.

Si algo puede resultar positivo de toda esta crisis es revalorizar la idea que el estado, antes que abstracciones jurídico burocráticas, son personas.  “Revaloricemos y agradezcamos hoy a quienes prestan los servicios esenciales del Estado. El rol de quienes están en la trinchera por el otro –en más de una ocasión vapuleados- médicos, enfermeros, trabajadores sociales, policías, militares,  prestadores de servicios en general que dependen de una sola decisión: la de poner lo mejor del país -y del Estado- a favor de todos para ser mejores.”[7]  En la post pandemia, en el marco de un debate que debe empezar ya, quedara claro que ninguna ideología con pretensiones historicistas , definitivas, ninguna sombra de fundamentalismo excluyente tiene ya espacio ante una realidad que es totalmente nueva y en la que se ratifica la necesidad de combinar un nuevo estado con las fuerzas de la creación de riqueza.





[1] Citado por J Milei https://www.cronista.com/columnistas/La-superioridad-etica-del-capitalismo-20161018-0028.html
[2] https://www.bbc.com/mundo/noticias-38632955
[3]   https://www.deia.eus/opinion/tribuna-abierta/2020/01/21/razones-optimismo-global/1012934.html
[4] https://www.nytimes.com/2020/04/03/upshot/trump-hospitals-coronavirus.html
[5] https://elpais.com/economia/2020-04-24/ee-uu-inyecta-tres-billones-de-dolares-en-su-economia-desde-el-inicio-de-la-pandemia.html

[7] https://www.infobae.com/opinion/2020/03/27/el-coronavirus-reavivo-un-debate-necesario-cual-es-el-rol-del-estado/

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