El contundente triunfo electoral del
MAS en 2006, consolidó una hegemonía política autoritaria que dejó poco margen
para una oposición genuina. Es difícil lidiar
con un régimen producto de la democracia pero que no se cansa de socavarla. Durante los primeros años del mandato de Evo Morales,
la política boliviana estuvo marcada por una resistencia silenciada mediante la
represión, el exilio o el derrocamiento y persecución de figuras opositoras. Algunos
de los que se quedaron resistieron de manera heroica o, en muchos casos, menos gloriosa,
otros tomaron el camino del destierro. La oposición fue diluyéndose, y la
crítica hacia el régimen se transformó en un campo fértil para actores
funcionales al MAS.
El proceso que condujo a la nueva
Constitución de 2009, con muertos y heridos, contó con la complicidad de parte
de las bancadas de Samuel Doria Medina y otros actores. Jorge Quiroga, por su
parte, liderizó el proceso de debate critico en el seno de la Asamblea y
posteriormente la campaña de rechazo a la aprobación mediante referéndum.
Mesa, luego de darle la espalda
al presidente con el que había sido elegido en 2002, amnistió a los golpistas
de 2003 y luego su postura moderada frente al MAS le permitió mantener una
relación pragmática con el régimen. Mientras el MAS avanzaba con iniciativas que
favorecían su proyecto político, los opositores formales como Mesa y Doria
Medina criticaban en apariencia, pero evitaban desafiar directamente al régimen
y no impulsaron una oposición estructurada que pudiera bloquearla. Doria Medina
se declaraba “perseguido político” mientras invertía decenas de millones de dólares
en proyectos inmobiliarios y hoteleros.
El fraude de 2019 sello el protagonismo
de Luis Fernando Camacho y la crisis postelectoral lo convirtió en una figura
central de la oposición que se destacó por su liderazgo en la llamada
“resistencia cívica” y su lucha por la renuncia de Morales. Sin embargo, su detención
y la posterior inestabilidad de su partido lo debilitaron grandemente.
Gobernadores como Mario Cossío y
Leopoldo Fernández y héroes como Roger Pinto son las excepciones ya que, con
honor, no transaron, y compatibilizaron oposición política y gestión, mientras
pudieron, pero los alcaldes elegidos posteriormente como Iván Arias, Johnny Fernández
y Johnny Torrez prefirieron optar por el camino del pragmatismo cínico y sinvergüenza
al ser elegidos por opositores y una vez electos trabajar con la agenda y
objetivos del oficialismo.
Inicialmente, Rubén Costas fue
uno de los principales líderes opositores al MAS, abanderando la autonomía
cruceña y la resistencia a la centralización. Sin embargo, con el paso del
tiempo y la evolución del contexto político, fue moderando su discurso y, en
algunos momentos, adoptó posturas más conciliadoras, lo que algunos
interpretaron como un acercamiento al oficialismo.
Manfred Reyes Villa transitó de
opositor a oficialista, sin escrúpulo alguno, ni siquiera el de inhibirse de
perseguir judicialmente a los jóvenes gracias a los cuales pudo volver a
Bolivia y que hoy están injustamente en la cárcel siendo inocentes. Fue hasta
dividir a la bancada de Comunidad Ciudadana y de Creemos para servir al Arcismo
en forma desenfadada y rastrera.
Con su funcionalidad extrema o
relativa, cómplices activos o culpables por omisión, estos políticos actuaron en
su mayoría como genuinos altoperuanos, diciendo una cosa, pensando otra y haciendo una tercera, a cambio no de
espacios políticos visibles sino simplemente de una relativa inmunidad, aunque
la misma también fue puesta en duda en varios momentos. Casi todos fueron sumisos
ante Evo el todopoderoso, al que Mesa comparó con Bolívar y lo denostan muy machitos
hoy que esta irremediablemente caído y ya no es la cuarta parte de lo peligroso
que era.
El único aliado del MAS en sus
primeras etapas que llevo a cabo su adhesión en forma abierta y publica, recibiendo
el beneficio político y también pagando el costo del mismo fue Juan Del Granado,
hoy opositor de perfil más bien discreto.
¿Podían haber actuado de otra
forma y desempeñado un rol de verdadera oposición? Difícil determinarlo sobre
todo considerando el carácter totalitario y anti democrático de las intenciones
y acciones del MAS.
Los que como como Carios Mesa
tiene la sindicación histórica de la traición de 2003 y los que decididamente se
sumaron al oficialismo como Manfred Reyes probablemente entran en una categoría
diferente a la de Doria Medina o Iván Arias, casi iguales en el fondo, pero más
sutiles en la forma.
Jorge Quiroga y obviamente Luis Fernando
Camacho, mártir de su audacia, pero también de sus desaciertos junto con Jeanine
Añez, cuyo entorno y garrafales errores políticos la llevaron a autodestruirse
y de paso posibilitar el retorno del MAS, en otro grupo aun mas alejado de los
anteriores.
Pero aquí el único que podrá ser
señalado por la historia como libre de cualquier sindicación de funcionalidad
es Gonzalo Sánchez de Lozada, víctima, entre otras cosas, de la fidelidad a sus
principios lo que le impidió transar con el masismo.
El futuro de la oposición
boliviana es incierto, pero si la historia reciente nos sirve de guía, el
pesimismo parece ser la respuesta más honesta.