jueves, 16 de enero de 2025

La variopinta "funcionalidad" opositora

 

El contundente triunfo electoral del MAS en 2006, consolidó una hegemonía política autoritaria que dejó poco margen para una oposición genuina.  Es difícil lidiar con un régimen producto de la democracia pero que no se cansa de socavarla.  Durante los primeros años del mandato de Evo Morales, la política boliviana estuvo marcada por una resistencia silenciada mediante la represión, el exilio o el derrocamiento y persecución de figuras opositoras. Algunos de los que se quedaron resistieron de manera heroica o, en muchos casos, menos gloriosa, otros tomaron el camino del destierro. La oposición fue diluyéndose, y la crítica hacia el régimen se transformó en un campo fértil para actores funcionales al MAS.

El proceso que condujo a la nueva Constitución de 2009, con muertos y heridos, contó con la complicidad de parte de las bancadas de Samuel Doria Medina y otros actores. Jorge Quiroga, por su parte, liderizó el proceso de debate critico en el seno de la Asamblea y posteriormente la campaña de rechazo a la aprobación mediante referéndum.

Mesa, luego de darle la espalda al presidente con el que había sido elegido en 2002, amnistió a los golpistas de 2003 y luego su postura moderada frente al MAS le permitió mantener una relación pragmática con el régimen. Mientras el MAS avanzaba con iniciativas que favorecían su proyecto político, los opositores formales como Mesa y Doria Medina criticaban en apariencia, pero evitaban desafiar directamente al régimen y no impulsaron una oposición estructurada que pudiera bloquearla. Doria Medina se declaraba “perseguido político” mientras invertía decenas de millones de dólares en proyectos inmobiliarios y hoteleros.

El fraude de 2019 sello el protagonismo de Luis Fernando Camacho y la crisis postelectoral lo convirtió en una figura central de la oposición que se destacó por su liderazgo en la llamada “resistencia cívica” y su lucha por la renuncia de Morales. Sin embargo, su detención y la posterior inestabilidad de su partido lo debilitaron grandemente.

Gobernadores como Mario Cossío y Leopoldo Fernández y héroes como Roger Pinto son las excepciones ya que, con honor, no transaron, y compatibilizaron oposición política y gestión, mientras pudieron, pero los alcaldes elegidos posteriormente como Iván Arias, Johnny Fernández y Johnny Torrez prefirieron optar por el camino del pragmatismo cínico y sinvergüenza al ser elegidos por opositores y una vez electos trabajar con la agenda y objetivos del oficialismo.

Inicialmente, Rubén Costas fue uno de los principales líderes opositores al MAS, abanderando la autonomía cruceña y la resistencia a la centralización. Sin embargo, con el paso del tiempo y la evolución del contexto político, fue moderando su discurso y, en algunos momentos, adoptó posturas más conciliadoras, lo que algunos interpretaron como un acercamiento al oficialismo.

Manfred Reyes Villa transitó de opositor a oficialista, sin escrúpulo alguno, ni siquiera el de inhibirse de perseguir judicialmente a los jóvenes gracias a los cuales pudo volver a Bolivia y que hoy están injustamente en la cárcel siendo inocentes. Fue hasta dividir a la bancada de Comunidad Ciudadana y de Creemos para servir al Arcismo en forma desenfadada y rastrera.

Con su funcionalidad extrema o relativa, cómplices activos o culpables por omisión, estos políticos actuaron en su mayoría como genuinos altoperuanos, diciendo una cosa, pensando otra  y haciendo una tercera, a cambio no de espacios políticos visibles sino simplemente de una relativa inmunidad, aunque la misma también fue puesta en duda en varios momentos. Casi todos fueron sumisos ante Evo el todopoderoso, al que Mesa comparó con Bolívar y lo denostan muy machitos hoy que esta irremediablemente caído y ya no es la cuarta parte de lo peligroso que era.

El único aliado del MAS en sus primeras etapas que llevo a cabo su adhesión en forma abierta y publica, recibiendo el beneficio político y también pagando el costo del mismo fue Juan Del Granado, hoy opositor de perfil más bien discreto.

¿Podían haber actuado de otra forma y desempeñado un rol de verdadera oposición? Difícil determinarlo sobre todo considerando el carácter totalitario y anti democrático de las intenciones y acciones del MAS.  

Los que como como Carios Mesa tiene la sindicación histórica de la traición de 2003 y los que decididamente se sumaron al oficialismo como Manfred Reyes probablemente entran en una categoría diferente a la de Doria Medina o Iván Arias, casi iguales en el fondo, pero más sutiles en la forma.

 Jorge Quiroga y obviamente Luis Fernando Camacho, mártir de su audacia, pero también de sus desaciertos junto con Jeanine Añez, cuyo entorno y garrafales errores políticos la llevaron a autodestruirse y de paso posibilitar el retorno del MAS, en otro grupo aun mas alejado de los anteriores.

Pero aquí el único que podrá ser señalado por la historia como libre de cualquier sindicación de funcionalidad es Gonzalo Sánchez de Lozada, víctima, entre otras cosas, de la fidelidad a sus principios lo que le impidió transar con el masismo.

El futuro de la oposición boliviana es incierto, pero si la historia reciente nos sirve de guía, el pesimismo parece ser la respuesta más honesta.

miércoles, 8 de enero de 2025

La larga noche chavista y su impacto en Bolivia

 

El chavismo, engendrado por la gerontocracia cubana e implementado por Hugo Chávez, perpetuado por Nicolás Maduro, es a todas luces uno de los capítulos más oscuros en la historia de América Latina. En menos de dos décadas, Venezuela pasó de ser una de las economías más pujantes a un país sumido en la miseria, con hiperinflación, pobreza y violencia dantesca, generando un éxodo de proporciones bíblicas. La influencia del chavismo, sostenida por el robo de billones a los venezolanos y el impulso corruptor y avasallador de Chávez en persona   se extendió a gran parte de los países de América Latina en diferentes modalidades, llegando en algunos casos como el de Nicaragua y Bolivia a convertirse en una verdadera colonización ideológica y fáctica, replicándose con consecuencias devastadoras

Bajo Chávez, Venezuela adoptó un modelo económico basado en la nacionalización de empresas y el control estatal de sectores estratégicos como el petróleo. Con Maduro la economía colapsó definitivamente. Según el Banco Mundial, entre 2014 y 2021, el Producto Interno Bruto (PIB) de Venezuela cayó un 75%, convirtiéndose en una de las peores crisis económicas no causada por guerra en la historia moderna.

En 2018, el FMI estimó que la hiperinflación anual superó el 1.000.000%, destruyendo el poder adquisitivo de todos. Para 2023, el salario mínimo mensual equivalía a menos de $10, sumiendo al 94,5% de la población en la pobreza. El manejo corrupto de PDVSA, la principal empresa estatal, resume la debacle. Durante el gobierno de Maduro, la producción de petróleo cayó de más de 2,5 millones de barriles diarios en 2013 a menos de 700.000 barriles en 2021.

Así mismo se consolidó un régimen autoritario, cruel y sanguinario. Como Chávez, Maduro cerró medios de comunicación críticos, encarceló a opositores y reprimió protestas populares. Entre 2014 y 2020, se registraron más de 18.000 ejecuciones extrajudiciales e infinidad de casos de tortura  atribuidas a las fuerzas de seguridad, según la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. En lo moral, el chavismo institucionalizó la corrupción, banalizo los nexos con el narcotráfico y las mafias internacionales. Transparencia Internacional ubicó a Venezuela en 2022 como el país más corrupto de América Latina.

 Evo Morales tuvo en el chavismo el sustrato retorico e ingentes cantidades de apoyo logístico y económico para replicar en Bolivia las políticas económicas y estrategias políticas que llevaron a la ruina a Venezuela. Desde 2006, Morales adoptó un modelo basado en la nacionalización de recursos naturales, control estatal y gasto público desmesurado.

Aunque la economía boliviana inicialmente creció gracias al auge de los precios del gas y los minerales, el populismo económico y moral de Morales devastó las instituciones del país y quebró los soportes éticos de la sociedad.  La bonanza fue despilfarrada, y cuando los precios de las materias primas cayeron, el “modelo” se desmorono. El déficit fiscal de Bolivia alcanzó el 9,7% del PIB en 2024, la inflación supera los dos dígitos después de décadas, y la deuda externa creció  de $2.208 millones en 2006 a más de $14.000 millones en 2023. Bolivia tiene la 3 era deuda pública más alta del mundo en relación al PIB, y en la práctica es el país ha entrado en la insolvencia financiera.

En lo político, Morales copió el modelo autoritario chavista. Modificó la Constitución para perpetuarse en el poder, desobedeció un referéndum de 2016 en el que los bolivianos rechazamos su reelección judicializó la política. Al igual que en Venezuela, el gobierno boliviano fue acusado de corrupción, nepotismo, y vínculos directos con el narcotráfico. La influencia del chavismo también contribuyó a la polarización de la sociedad boliviana. Morales consolidó una narrativa de división, confrontación y odio similar a la de Chávez. El impacto de las políticas chavistas en Bolivia y Venezuela no solo ha sido devastador para ambos países, sino que también ha afectado a la región. generado presiones en los sistemas económicos y sociales de países vecinos.

En este contexto, Venezuela enfrenta un momento crucial este 10 de enero. Edmundo González, tras vencer en las elecciones nacionales representa una oportunidad única. para romper con el legado chavista. Su triunfo electoral estuvo marcado por una participación masiva y la derrota contundente del oficialismo. Sin embargo, su posesión, programada para el 10 de enero, está en riesgo debido a maniobras judiciales y políticas por parte del régimen  que no ha dudado en matar, secuestrar y movilizar terroristas y paramilitares para evitar la posesión del nuevo presidente. Si logra asumir el cargo, González habrá dado un paso gigantesco para el renacimiento económico y democrático no solo de Venezuela sino también de Bolivia y América Latina. Que Dios lo acompañe a el y al pueblo venezolano.