Ante las críticas por la omisión de la categoría “mestizo” en la boleta
censal, los voceros oficiales señalan que esta no es una decisión
“racial” sino “cultural” para reafirmar la identidad nacional mediante
la auto identificación étnico cultural, proceso en el cual puede
considerarse la opción “boliviano” pero en ningún caso “mestizo” que
reflejaría una “falta de identidad”.
Curioso argumento de un gobierno que se reclama como el más inclusivo
pero comprensible al analizar precisamente sus indisimulables problemas
de identidad individual y colectiva. El Presidente, supuesto paladín de
los indígenas, de la madre tierra y de la soberanía nacional tiene un
apellido español, no habla idioma indígena, y está dispuesto a ser
acusado de etnocidio en contra de los mismos indígenas con tal de
destruir un área protegida y hacer una carretera apoyado en las
directivas que emanan desde la Habana, Caracas y hasta Teherán. El
vicepresidente, cuyo pasado, “los terroristas de hoy son los héroes del
mañana “ ha dicho el, se contradice con el de presidente de la
instancia democrática por excelencia como el parlamento, sufre, según
el rumor popular, hasta de problemas de identidad sexual, hecho al que
nunca se ha referido pero que en principio su matrimonio debería
contribuir a desmentir, aunque es más difícil que ello ocurra con otras
acusaciones y hasta con sus corbatas, inexistentes como candidato, de
rigor como vicepresidente. Peculiarmente, las nupcias
vicepresidenciales no se realizarán con una señorita Mamani o Quispe
pero si en Tiawanaku, lo que solo confundirá aun más las cosas.
Pero es en la distancia entre la retórica y la acción donde esta falta
de identidad adquiere dramatismo. Peroran sobre una supuesta visión
“socialista” o “anticapitalista” entre otras, que en realidad son
exclusivamente verborragia sin ninguna consecuencia. ¿Es plantar coca
“socialista”? Cambiarle el nombre a un bono creado por el “liberal”
Sánchez de Lozada es lo más “socialista” que ha hecho el régimen, cuya
ampliación de la participación estatal en la economía se limita a haber
rifado los recursos públicos en empresas del absurdo como Papelbol o en
destruir otras para prosperar en la facilidad abusiva de un monopolio
como BoA sin poner en cuestión ni uno de los fundamentos del sistema
vigente. Se ha llegado incluso a “abolir” el 21060, el equivalente de
legislar sobre la inexistencia de los puentes trillizos pese a que todos
pueden ver que están allí para cumplir con la manipulación de que por
cada paso hacia la derecha, se den dos discursos a la izquierda.
El tema de la identificación étnica, que surge bajo el pretexto de
definición de la identidad nacional ha azuzado un proceso de re
etnización de la sociedad boliviana, -el término es de Emilio Martínez-
cuyas consecuencias se permearan en el inconsciente colectivo de las
próximas generaciones. No es necesario ir hasta el holocausto Judío, el
genocidio en Serbia o en Ruanda están allí para evidenciar lo
extremadamente peligroso de la manipulación de la diferencia étnica, lo
que en Bolivia se hace no para definir la identidad mestiza que es la de
la inmensa mayoría, sino para compensar las crisis de identidad
ideológica e individual de los personeros del régimen y que, como en el
anterior censo, puede servir para crear una división artificial y
forzada de la realidad.
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