Mientras el oficialismo se ahoga en un berenjenal de homicidios, rameras, contrabandistas y proxenetas político-sexuales con un telón de fondo de coca y fideicomisos, la oposición vive en una no declarada primaria. La derecha de Quiroga y Doria Medina ha desaparecido por suicidio luego de los acuerduchos que legitimaron la whiphalizacion de la sociedad boliviana, que no sólo es la imposición del emblema de unos a todos, sino la constitucionalización de la primacía del interés corporativo sobre el general, especialmente el de los cocaleros. Eso deja, por el momento, a dos ex vicepresidentes de Gonzalo Sánchez de Lozada, como principales opciones.
Algunos los evaluaban hasta hace poco con un razonamiento opuesto a lo que sería una perspectiva ética. Víctor Hugo Cárdenas, que, en la tradición del MNR de 1952, coparticipó en las reformas que abrieron el poder político a los bolivianos del área rural mediante la participación popular, los consensuados cambios constitucionales de 1995 así como en los procesos que aumentaron los ingresos de Bolivia mediante la inversión, era un “llunku”, un servil por haber cumplido su papel con dignidad, combinando audacia con serenidad. Carlos Mesa, que luego de haber pontificado sobre la pertinencia de esas medidas durante años, posibilitó el derrocamiento del principal autor de las mismas y quien lo había hecho vicepresidente, para luego enjuiciarlo sin defensa, indultando a los autores del desmadre de octubre y luego en rigor cogobernar con ellos, sería “un lector político avezado”.
Fueron comportamientos análogos los que deterioraron la credibilidad en las soluciones de buena fe y en la democracia. El transfugio, el celebrar, en términos de H.C.F. Mansilla, el “ todo vale, el elogio del cinismo y la equiparación del talento con la astucia” fueron todos ingredientes que, desde los originarios que en algunos casos traicionaron a los suyos frente a los españoles, pasando por Olañeta, Barrientos, y concluyendo en Mesa, hicieron perder la fe en la política como espacio de integridad, llegándose a banalizar la práctica de “ pensar una cosa, decir otra y hacer una tercera” que es, en buenas cuentas, el resumen de la gestión del señor Mesa.
La fortaleza de Cárdenas, una suerte de Sédar Senghor boliviano, no es su genuino origen aymara, el hablar dos idiomas nativos y dos extranjeros, ni ser un intelectual y no un empresario, ni la dignidad de su esposa Doña Lydia Katari, ni el hecho de que ni sus enemigos duden de su honestidad, todos recursos. Su fuerte radica en su consecuencia y en ser un hombre apegado a principios y valores, discriminado pero no auto victimizado, consciente de la necesidad de la inclusión económica, y política de grandes sectores pero también de la importancia de hacerlo en paz, con generosidad y nobleza, sin odio.
Hoy su salud política es incuestionable a tal punto que el más precario aliado político que se pueda concebir, el MSM ha censurado la barbarie hecha con su familia, si bien permanecen indiferentes al latrocinio en YPFB, ABC, y en otras instituciones. De un árbitro electoral imparcial y de un nuevo padrón, así como de la capacidad de rodearse de viejos leales, de nuevos idealistas más que de jóvenes o antiguos tránsfugas, así como de las decisiones y de los aparatos de los partidos que subsisten, y en primer lugar el del MNR, dependerá, entre otras cosas, la consolidación de un proyecto opositor viable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario