viernes, 11 de octubre de 2013

Ante los desafíos del presente



Mas de 60 años han transcurrido desde el 9 de abril de 1952,  10 desde el golpe de estado de 2003 que dio inicio a un proceso de involución política, social, económica  e institucional en el que se debate la Nación hoy, signado por  un retroceso en la vigencia de las garantías constitucionales, la creciente violación de los derechos humanos y la utilización de una amplia gama de mecanismos prebendales y  de manipulación mediática, para, entre otras cosas, disimular el hecho de que la economía que crece es solo la que esta ligada al narcotráfico, que no existe mejora real en la situación de los mas pobres  y  que lo único que se incentiva es la informalidad en todas sus variantes.

A casi una década de la forzada renuncia del Presidente Sánchez de Lozada, el balance de lo efectivamente construido en el autodenominado “proceso de cambio” solo puede ser hecho realizando un recuento de los daños: El “cambio” había consistido en cambiar los nombres de todo, empezando por el nombre del país mismo,  el repetir con un furia reiterativa propiamente medieval ciertas consignas, y cambiar nada de verdad, sin dejar de acusar cada dos palabras a alguien de golpe o conspiración. 

Las áreas de la economía que ha sufrido los mazazos de la incompetencia oficial incluyen a la textilera mas grande del país, la industria minera, sometida a una rifa nefasta mediante la cual se entrega no al estado sino a asaltantes lo que era de inversores legales, la agropecuaria administrada con el instinto del odio y la venganza política mas que con otro criterio, el transporte aéreo una pesadilla en la que actúan inversores sin dinero y salvadores que no quieren sino destruir, todo bajo el telón de fondo de “empresas estatales” fundadas con dinero publico y administradas como feudos del partido de gobierno que no son mas que hechos de descarada corrupción.

Institucionalmente, el poder legislativo que se inflado en el numero de  miembros  titulares y suplentes solo para satisfacer las necesidades de sobre representación oficialista, ha aprobado, entre otras cosas,  leyes en ingles sin traducirlas y constituye mucho mas que en el pasado una instancia de mera aprobación ovejuna de las decisiones del ejecutivo. Algo comparable se pude concluir de las asambleas departamentales, compuestas por un ejército de burócratas elegidos y nombrados, con escasísimos resultados que beneficien a los ciudadanos.

El poder judicial, constituido luego de las vergonzosa elecciones judiciales, cuyo resultado el oficialismo  ignoró sin en el menor pudor,  ha alcanzado nuevas cimas de ridiculez al sostener reiteradamente uno de sus miembros, “el mas votado” que toma sus decisiones basado en la lectura de la hoja de coca. El ministerio público se ha transformado en el brazo operativo de la persecución política  contra opositores y funciona como una inquisición medieval con una vara para los oficialistas y otra muy diferente contra los opositores, llegando a extremos caricaturescos de cinismo y desvergüenza. 

El asalto a la contraloría, y al poder electoral, de los pocos resabios de institucionalidad que aun funcionaban, no fue más que la confirmación de una constante del gobierno de Evo Morales :  la aversión a todo lo que pueda significar control, fiscalización, arbitraje objetivo o contra peso. El puñado de opositores que hacían la diferencia en el Senado al principio  podría obligar a concertar? Se organizó a hordas de a miles para amedrentarlos. El poder judicial podría constituirse en un factor de equilibrio, de respeto por la constitucionalidad? Turbas de lanza dinamitas, procesos, y chantajes fue la respuesta. Los medios de comunicación, juegan su rol de investigación y de denuncia como en cualquier sociedad contemporánea? El presidente encabezó personalmente una campaña de difamación, agresión y humillación a los periodistas de Bolivia cuyas características, entre otras cosas, incluyó  el caso del asesinato en manos de una turba del periodista Carlos Quispe, y el atentado a un canal de televisión en el que participó un miembro de la guardia presidencial. 

Comparable suerte corrieron instancias nacionales e internacionales tan diferentes como la DEA, el CIADI, los diputados fiscalizadores, la Corte Electoral convertida en una caricatura, y hasta los contra pesos éticos como la Iglesia Católica y algunas Iglesias evangélicas  sometidos a un asedio irracional con argumentos miserables. Todos groseramente vilipendiados, expulsados o desconocidos en cuanto hubo la posibilidad de que fiscalicen, controlen o arbitren alguna temática que incomode al oficialismo, sea el exponencial crecimiento en la producción de cocaína, o casos de presunta corrupción en otros ámbitos.

Ante estos hechos, y luego de haber permanecido en una suerte de pasividad voluntariamente admitida, producto, ente otras cosas, de la necesidad de que la nación se desintoxique de la incesante e infamante letanía oficialista,  los militantes y  dirigentes  del Movimiento nacionalista revolucionario debemos declarar nuestra irrevocable y comprometida decisión de construir un proyecto político que evita la desintegración nacional a la que necesariamente nos dirigimos de persistir esta siniestra dinámica de un estado forajido que es lo que el masismo esta sembrando, un estado en el que rige la ley de la selva y se impone la fuerza de la turba mas violenta.

El Movimiento Nacionalista Revolucionario , cuyo eje ideológico histórico se funda en la alianza de clases, una visión de nación basada en el respeto a las autonomías pero en la construcción de una sola nación, la nación boliviana, estará absolutamente presente y activo en el escenario político nacional de los próximos años luego de un proceso de refundación que se inicia aquí y ahora.

Es imprescindible reconducir los cambios que si requiere la nación por el camino de la madurez democrática, el respeto a los derechos humanos y le restablecimiento del estado de derecho y la vigencia de las garantías constitucionales de un estado civilizado y que es parte de la comunidad internacional de naciones.
Es paso obligado, institucional, moral y político, recuperar el lugar de la fraternidad entre miembros de una sola nación, mujeres y hombres que debemos construir con un horizonte común de hermandad, sensibilidad y amor. Ninguna nación podrá crecer y transitar hacia alturas iluminadas si insistimos en el corporativismo secante en el que lo único que cuenta es lo que beneficie al gremio.

Citando a Paz Estenssoro “ No se vislumbra salvación posible sin un plan social, económico y jurídico que corrija el desbarajuste existente en la nación. La patria se nos esta muriendo y es preciso no eludir ningún recurso para un tratamiento de emergencia  que detenga el desenlace. O tenemos el valor moral  con su secuela de sacrificios para plantear de modo radical una nueva política o sencillamente, con gran dolor para todos, Bolivia se nos muere. Ha llegado la hora en que debemos meditar sin cálculos egoístas  ni mezquindades en que medida podemos contribuir todos y cada uno de los integrantes de la comunidad nacionalista y revolucionaria para salvar a la patria. la alternativa es lanzarnos al precipicio de las confrontaciones que no resuelven nuestros problemas esenciales”

El riesgo para  nuestra  comatosa democracia es no sólo su regresión, sino su propia viabilidad en el mediano plazo ante los profundos desequilibrios sociales y el estallido de la violencia que es el resultado lógico de una cultura política prevaleciente dese hace seis años en la que nada se concibe sino es mediante el bloqueo y la presión.

Nuestro reto es re­vertir esta situación , dar un golpe de timón con el que la nación recupere el rumbo para que  demos respuestas especificas que permitan un combate frontal a la  desinstitucionalización, la pobreza y a la desigualdad; que sea a través del desarrollo económi­co, con empresas y  empleos formales y una mejor distribución de la riqueza , como logremos no sólo la justicia social, sino poner a salvo la democracia, restaurar el Estado de derecho, darle sustentabilidad al crecimiento y recuperar nuestro rol en el contexto latinoamericano, uno en el que seamos artífices de la paz y del dialogo en lugar de parece los pandilleros del barrio.

Estamos consientes que el camino que debemos recorrer será arduo. Tenemos al frente un adversario formidable, que no respeta las reglas ni de la democracia, ni de la bolivianidad, ni de  la paz ni de la guerra, capaz de absolutamente cualquier cosa con tal de reproducir el poder, siendo todos los otros aspectos de la vida nacional o la nación misma, secundarios en relación a sus insaciable apetito de poder. 

La visión de Bolivia que queremos construir para nuestros hijos es una sociedad fraterna, de igualdad de oportunidades, alianza de clases y desarrollo sustentado en el esfuerzo y en una democracia que respetando las leyes, funcione a satisfacción de sus integrantes. Superar las desigualdades regionales y sociales y construir una nueva sociedad que desmonte la división étnica y la lógica fratricida,  implica crear las bases económicas y jurídicas para la generación de riqueza, organizar una economía moderna, sus­tentada en el dinamismo del mercado interno y com­petitiva en el entorno , así como alentar una mejor distribución del ingreso . Esto requiere a su vez acciones responsables de reforma polí­tica e institucional, con una visión de mediano y largo plazo con las cuales podamos superar la ya obsoleta idea de que la libre acción del mercado es capaz de generar, el desarrollo económico del país o peor aun, la practica de estos últimos años que ha deliberadamente  favorecido la informalidad, la ilegalidad y el narcotráfico. 

El Estado es necesario para conducir la marcha de la economía y regular el mercado mediante polí­ticas transparentes que ofrezcan certidumbre. Por esto, es indispensable rediseñar el papel que debe desempeñar, fortalecer sus capacidades y asumir el propósito de crecer, generar empleo y mejorar la distri­bución de la riqueza. La única manera de emprender un proceso de cre­cimiento alto y sostenido es con una nueva política de desarrollo económico que genere los empleos necesarios, aliente la productividad, genere incentivos para el uso racional de nuestros recursos, privilegiando la conservación del medio ambiente  y garantice un clima de certidumbre para la inversión y el trabajo.

Sabemos que nos espera un largo camino, un camino  lleno de obstáculos y de sorpresas.  No les tenemos miedo, el MNR, intrínsecamente ligado a la historia y la a la liberación de Bolivia toma esta nueva prueba como la de una nueva liberación, imprescindible para evitar la desaparición de Bolivia y de los valores de  convivencia pacifica, prosperidad y desarrollo que todos anhelamos.

Luis Eduardo Siles
Portavoz Nacional