lunes, 26 de abril de 2010

Mugabe en los Andes

Mientras la globalización se consolida y la humanidad asimila las lecciones de la historia encaminándose, si no es al fin de las contradicciones por lo menos a síntesis en cada vez más áreas, hay países y presidentes que confirman que las reglas tienen excepciones. Las similitudes entre lo que de Zimbabue hizo Robert Mugabe y el destino al que parece encaminarse la Bolivia del populismo cocalero de Evo Morales lo prueban.

Como el africano, el boliviano llegó al poder rodeado de esperanza, tanto al interior como al exterior de su nación, producto de un sistema que luego se aplicó en destruir mediante la institucionalización del fraude y la distorsión grosera de los principios jurídico institucionales. En ambos casos se mantuvo, en apariencia, un sistema político democrático pero administrado con mecanismos de fraude y coerción electoral, así como mediante la persecución y hostigamiento de la oposición, el crimen político y la utilización de la turba como forma de terrorismo de Estado.

Aunque Mugabe, que ha sido comparado con Hugo Chávez, habiéndolo este último defendido públicamente varias veces, tiene estudios universitarios, formación de la que Morales carece, ambos iniciaron sus gestiones con campañas para erradicar el analfabetismo, objetivo que lograron parcialmente.

Así como Morales garantizó con vehemencia el respeto a la propiedad privada sólo para avasallarla justificando oficialmente los despojos con un cinismo inverosímil, Mugabe se comprometió a preservar las unidades agrícolas productivas pero, cuando el despilfarro en sus decisiones económicas obstaculizó continuar con la prebenda, sencillamente hizo asaltar las propiedades generando un éxodo masivo.

Como en Bolivia se expulsó a la DEA, en la ex Rhodesia se expulsó a observadores internacionales y a periodistas, a los que Mugabe calificaba en términos displicentes como su homólogo criollo. En materia económica, el discurso demagógico, y no la definición racional y responsable, se constituyeron en el eje de las decisiones adoptadas, lo que en Zimbabue acabó con la economía desatando una dantesca hiperinflación y que en Bolivia ha hecho que las inversiones se reduzcan prácticamente a cero en el 2008 y el poder adquisitivo real se reduzca, salvo entre quienes están ligados al circuito coca-cocaína, que es lo único que crece.

Donde las coincidencias completan un cuadro penoso es en la facilidad con la que las diferencias étnicas fueron utilizadas por ambos para reinar mediante la confrontación y el odio motivado racialmente, así como la forma en que se empezó a justificar el atropello, la maniobra vil, el consolidar engaños de tamaño cada vez más descomunal y el hilvanar con aires teatrales engañifa tras patraña, en una aparentemente infinita sucesión de imposturas.

Las justificaciones de los crímenes de Achacachi, del asalto a la familia y a la vivienda de un ex vicepresidente constitucional, un ciudadano y hombre de bien de la talla de Víctor Hugo Cárdenas y la indisimulada presión para que los senadores oficialistas retiren sus firmas de un informe sobre un caso de homicidio y corrupción, son sólo los tres ejemplos más recientes de que en Bolivia la infamia de Robert Mugabe ya tiene, en el Presidente y su suplente, émulos de muy parecidas características

Rehenes del odio

Sin tomar en cuenta los intereses estratégicos, políticos, económicos y comerciales del país, ni la opinión de la mayoría de los bolivianos, históricamente amigos de los Estados Unidos, el Gobierno ha iniciado una espiral de confrontación internacional absurda. Es que el discurso etnopopulista no estaría completo sin una reiterativa y furibunda perorata antinorteamericana de esencia más patológica que ideológica.

Lo que Evo Morales finge no entender es que nadie discute el derecho de realizar protestas en contra de la política estadounidense, manifestaciones que se llevan a cabo en todo el mundo, incluyendo en su propio territorio. Lo que hace a los recientes incidentes inusuales es el apoyo del Gobierno de Bolivia a ataques de deliberada violencia y brutalidad, orquestados manipulando la miseria de los marchistas, con el preciso objetivo de exacerbar los ánimos y provocar confrontaciones, sancionado luego al Comandante de la Policía que cumplió honorable y eficazmente con el deber de proteger a funcionarios del ataque de una turba de exaltados y sacatripas.

¿Se puede imaginar el lector alguna bandera más adecuada al infinito cinismo y demagogia de estos populistas que muertos y heridos a raíz de esos ataques? Pues es exactamente lo que en octubre del 2003 Morales, Mamani, Quispe, entre otros, lograron con la parodia criminalmente embustera de oponerse a Chile y al supuesto plan de vender gas a través de sus puertos. Instigados entre muchos otros por Édgar Patana y Roberto de la Cruz, que ha sido filmado linchando a un hombre en El Alto y permanece absolutamente impune ante ese crimen y otras acusaciones, los ´héroes de octubre´ desataron una violencia descontrolada que enlutó a Bolivia y ahora exigen, con métodos similares, que quienes participaron en esos hechos del lado del Gobierno sean enjuiciados unilateralmente.

La frenética politización de la tragedia hace que sea difícil concebir que en el mediano plazo se pueda llevar a cabo una investigación y un juicio justo por los hechos de octubre, sobre todo si consideramos que, entre otras cosas, en este gobierno han ocurrido más de cien linchamientos que han contado con el tácito aval oficial, turbas oficialistas han atacado el Tribunal Constitucional a dinamitazos, y los jueces de la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional, así como los miembros del Parlamento, han sido objeto de amenazas, amedrentamientos y acoso sistemático.

A casi 30 años de la crisis de los rehenes de la embajada norteamericana en Teherán, cuyo proceso empezó con manifestaciones comparables a la de junio en La Paz, y cuando del régimen de Evo Morales se afana en establecer vínculos con el fundamentalista Gobierno de Irán, es como para preguntarse si Washington definirá, esta vez, una política consistente para dar a conocer al mundo las amenazas de Hugo Chávez y su operador Evo Morales, activos protagonistas de una conspiración en contra de la libertad y la democracia en las Américas

Izquierdos Humanos


Como con el abuso de las supuestas causas ´étnicas´, las tomas de posición de algunos ´defensores de los derechos humanos´ ilustran hasta dónde pueden llegar la procacidad y el uso instrumental de cruzadas en apariencia legítimas. La reacción del Gobierno boliviano a las preocupaciones de la Human Rights Foundation sobre la distorsión de la ´justicia comunitaria´, así como los casos de muertes no esclarecidas producto de la violencia estatal, no puede dejar de otra forma sino atónito.

Una organización que cuenta en su directorio a Premios Nobel, así como a diferentes personalidades mundiales sobresalientes, hizo públicas sus investigaciones sobre los linchamientos, y la ausencia de mención a los derechos humanos en el proyecto de Constitución masista, sólo para que el señor Sacha Llorenti espetara, sin tratar uno solo de los casos específicos, que se trata de ´una ONG de derecha porque uno de sus miembros es el hijo de Vargas Llosa´ (SIC), fiel al reflejo primitivo que consiste en no esgrimir argumentos racionales, sino descalificar a quienes los plantean, como si existiesen los derechos humanos en función de las posiciones ideológicas. Una curiosísima y acomodadiza perspectiva, según la cual los derechos de las gentes se definen en función de quien los viola y en la que se enarbola como descalificativo la filiación genealógica de un brillante ensayista e investigador, hijo de una de las grandes figuras de la literatura universal.

Hasta hace dos años, el señor Llorenti no se perdía ninguna aparición pública para denunciar sin ninguna clemencia por la objetividad, cuanto caso de aparente violación de los derechos humanos, siempre y cuando —está claro ahora—, le sirviera a sus fines políticos. Hoy, el viceministro de ´coordinación con movimientos sociales´, léase organizador de turbas y acciones de hecho, opera como detractor de quienes defienden los mismos derechos, encontrando mil vericuetos conceptuales y factuales para justificar muertos, heridos, linchados y acciones represivas en diferentes circunstancias, apelando con facilidad a categorías que antes ignoraba, como la ´agresión en contra de los policías´, la ´voluntad de sembrar muertos´, ´balas perdidas´ y ´la necesidad de respetar el orden público´, entre otras.

Dicha transformación confirma la prevalencia de hipocresía y ambigüedad en el escenario político boliviano, aspecto en el que está lejos de haber ocurrido algún cambio. Ya que, como lo señala H.C.F. Mansilla, éste es un espacio poblado por noveles ´actores políticos que no tienen inconveniente elogiar el cinismo, celebrar el \'todo vale\', postular la separación entre política y moral, equipar el talento con la astucia y otras lindezas que asociadas con las modas intelectuales, han preparado el actual clima de laxitud ética, irresponsabilidad colectiva y resentimientos que caracteriza nuestra cultura socio-política´.

domingo, 25 de abril de 2010

El gas se compra carajo !

La problemática de los hidrocarburos fue uno de los ejes del movimiento comunicacional, social y político que acabó derrocando a dos gobiernos constitucionales y sembrando el camino para la victoria del MAS. Un eventual recopilador de pronunciamientos, escritos, declaraciones, marchas y tomas de posición probablemente quedaría atónito. Que no se dijo y escribió para lapidar un proceso que, iniciado mediante la estabilización de la economía de 1985, tuvo en las leyes 1194, 1689, y en la capitalización social sus principales hitos. Reduciendo temas de intrincada complejidad técnica a meras consignas repetidas con una furia reiterativa propia de la ignorancia, se acabó por pintar un cuadro de una simplicidad tramposa, con actores y políticas o totalmente malos, o completamente buenos. Se lo sigue haciendo.

Logrado ese objetivo a nivel del debate publico, y luego de la renegociación de los contratos y de la compra de refinerías, la obstinada realidad es que, no existiendo una política de hidrocarburos basada en el raciocinio sino en la consigna, los marchistas que antes coreaban “¡el gas no se vende carajo!” ahora bien podrían gritar “¡el gas se compra carajo!” ¿A quién? ¡a los venezolanos! ¿Por cuánto? ¡Por tanto carajo! O algo por el estilo.

Por primera vez el país se verá en la situación de importar GLP, diesel oil, fuel oil e incluso gasolina, como consecuencia de la “política” de hidrocarburos del MAS cuya principal característica es, junto con el despilfarro, calumniar y amenazar primero, y exigir inversiones después a las mismas empresas y países que previamente se calificó de saqueadores, contrabandistas, estafadores, etc.

Lejos de reconocer algún grado de responsabilidad, el ministro del rubro, uno de los más connotados vociferadores en contra de las políticas anteriores, sigue atribuyéndole al neoliberalismo, a la capitalización y a quien fuere el desbarajuste que sus propias palabras y decisiones han causado. “Refundó” YPFB con bombos y platillos y no tuvo en cuenta, o pretende pasar por quien no tuvo en cuenta, que para el efecto se necesitaban millones de dólares y por lo menos algunos técnicos con alguna competencia adicional a la agilidad para subirse a un camión repartidor de garrafas.

Lo propio puede decirse de las agresivas afirmaciones del Ministro de Planificación quien, confrontado con el total escepticismo de los inversionistas brasileros a volver a considerar a Bolivia en sus planes, espetó que “nadie está obligado a invertir en Bolivia”, afirmación evidente pero desatinada, torpe y ridícula si tomamos en cuenta que con el 0,14 por ciento de la población mundial producimos el 0,02 por ciento de lo que el mundo.

Los defensores de Chavez

Ante las explícitas amenazas del señor Chávez a la democracia, la paz y la integridad nacionales existen los que lo critican, quienes mantienen una posición de aparente indiferencia ante sus dislates, y sorprendentemente, quienes no dudan en defenderlo.

Periodistas que en el pasado exhibieron una convicción aparentemente democrática, políticos que se desgargantaban sobre la soberanía nacional y bloqueadores que se oponían —y se oponen aún— con una xenofobia primitiva e ignorante a lo extranjero, ahora suman fuerzas junto a seudo intelectuales para defender al unísono al coronel. Militares y alcaldes, ministros y comunicadores, con la convicción propia de los conversos que deben subrayar su sumisión porque han sido comprados, minimizan las actitudes autoritarias y la descarada intromisión de Chávez, no sólo aplaudiendo sus atentados sino encontrando argumentos para justificar y avalar la burda adquisición de conciencias acompañada de insultos y amenazas que en resumen es de lo que Chávez se trata.

El chavismo y el masismo no son una nueva ideología ni el remozamiento de una vieja. Son simplemente la cantidad de bravatas político-mediáticas que una cantidad casi ilimitada de dinero puede producir y divulgar. La ideología ha sido sustituida por el histrionismo mediático y la teoría política por operadores de la cultura, formación y sofisticación de gente como el diputado Gustavo Torrico. En tomas de posición que les deshonran como bolivianos y autoridades de Bolivia, personeros como el señor San Miguel, ni más ni menos que el Ministro de Defensa de la Nación, han aparecido presurosos para legitimar las sandeces y bravuconadas más insolentes hacia los propios bolivianos del presidente de otro país.

La historia juzgará mañana a quienes hoy actúan con un cínico desenfado ante quien es propiamente un ocupante político de la nación y en beneficio de quien el gobierno del MAS y su Presidente han abdicado su propia autoridad, y la dignidad y soberanía nacionales.

Lo propio puede decirse de quienes acompañan al señor García Linera en el denominado “Consejo político” que pretende encontrar alguna forma de salvar la cara de la Asamblea “originaria y plenipotenciaria” del callejón sin salida al que el propio discurso, la mala fe y la agresividad oficialista le han conducido. La muy oronda presencia del señor Richter y del señor Doria Medina flanqueando a García Linera cada vez que el mencionado consejo hace conocer sus ilegítimos adefesios seudo constitucionales es absolutamente vergonzosa. Es un acto de bribonería política que evidencia que estos representantes políticos han renunciado a cualquier noción de dignidad y responsabilidad

lunes, 19 de abril de 2010

Calentamiento altiplanico

En el desenfreno de demagogia y reduccionismo al que se ha comprimido el debate público, para los políticos como para muchos medios de comunicación, los problemas alejados de la esfera propiamente político-institucional o económica-reivindicativa prácticamente no existen. El medio ambiente, que en el mundo define segmentos de la agenda publica y cuenta con partidos y lideres dedicados a él, en Bolivia es secundario.

Los refundadores de la Patria están tan ocupados en avivar el odio racial y la confrontación, que no tienen tiempo de considerar problemas como la devastación ecológica generada por el cultivo de coca y su derivado el narcotráfico, cuyo crecimiento es exponencial desde la llegada al poder de Morales. Pontifican sobre lo sagrado pero son incapaces de definir iniciativas que impidan que el lago Titicaca se convierta en una inmensa cloaca a raíz de las aguas servidas y residuos minerales que en él se vierten. Han “recuperado” Aguas del Illimani, no para resolver el problema del agua, sino para cuotearse su administración, compensando con el dinero de los pobres a las empresas que dicen censurar.

Pero el más grave desastre ambiental ya está ocurriendo. En los Andes, el calentamiento no es una abstracción, sino una realidad perceptible cotidianamente. Desde hace algunos años, existe en La Paz, y más en El Alto, amén del aumento de la temperatura en todas las estaciones, una extraña sensación en la piel descubierta y que se puede casi sentir con la vista, que hace palidecer los colores. La que produce rayos ultravioleta, que llegan a un nivel de 20 en una escala que sólo cuenta con 16.

En la altura, el fenómeno, originado en la emisión de gases invernaderos, es más dramático que a nivel del mar. Los glaciares están derritiéndose a un ritmo surrealista y la migración es masiva debido al deterioro de la productividad agrícola en el altiplano, ligada a lo mismo. Como se sabe, la responsabilidad se sitúa lejos de Bolivia, que contribuye con el 0,03% de la emisión de gases. Está en el mundo industrializado y en los países emergentes. No obstante, las consecuencias, en el muy corto plazo las padeceremos nosotros, especialmente los habitantes de tierras altas. Correspondería por ende que quienes gobiernan encaren esta perspectiva formulando políticas públicas integrales a nivel nacional, y de gestión internacional.

De no ser así, en un espeluznante corto plazo, La Paz y las ciudades altiplánicas verán, más allá de la falta de inversiones, y la capitalidad plena o parcial, la pavorosa realidad de cáncer de piel a una escala masiva, falta de agua y racionamiento de electricidad. Claro que siempre podremos contar con que Hugo Chávez mande botellitas de agua con su foto, como lo ha hecho con las víctimas del terremoto en el Perú, en un acto de ruindad que no tiene parangón

Tiempo de linchadores

El reciente caso de los tres policías linchados en Epizana, días después de ajusticiamientos similares en San Ignacio de Velasco, Yapacaní, y Arani, lo sucedido en Capinota donde un bloqueo retrasó el paso de una ambulancia con un anciano que falleció, y en Colomi donde un niño de 12 años murió quemado ante lo que ha sido reportado como la indiferencia de los bloqueadores, plantea serias interrogantes sobre la sicología individual y colectiva de quienes en la práctica administran hoy este tipo de ´justicia´, promueven bloqueos y medidas de presión incluso desde el Gobierno.

Son 48 los casos de linchamiento registrados en la prensa en los últimos dos años, en los que están involucrados cientos si no miles de personas, y que por su ferocidad a menudo premeditada no tienen parangón. Cabe preguntarse, asimismo, sobre la actitud de los responsables de algunos medios tele-

visivos que en muchos casos sin advertencia transmiten las bestiales imágenes sin tamices, así como sobre quienes guardan silencio cuando se intenta investigar, y los que, fungiendo como autoridades, no perseveran en aplicar sanciones, mucho menos en siquiera intentar esbozar una política pública para frenar estos desmanes. El Ministro de Gobierno perora matiné tanda y noche sobre categorías

politiqueras y promueve activamente acciones de presión, con lo que tiempo e interés para ocuparse de estas desgracias manifiestamente no le debe quedar.

Los etno populistas tienen una sola aparente prioridad: aclarar que estos casos no entrarían en la categoría de ´justicia comunitaria´. Hecho el autoengañoso descargo, ¡que sigan los actos de barbarie! Debatir si estos crímenes, que ocurren predominantemente en comunidades rurales del occidente y en El Alto, entran plenamente dentro de esa difusa categoría de ´justicia´, estaría, a efectos de nuestra responsabilidad moral colectiva, siendo un aspecto secundario. Lo humano sería definir estrategias para que estos hechos sean evitados con toda la fuerza de la que una sociedad es capaz, ya que ni las falencias de la justicia ordinaria, ni los eventuales crímenes de los sospechosos, justifican estas bestialidades. El hecho de que las últimas víctimas hayan sido policías, así como la forma bárbara con la que fueron atormentados, arrojados de un segundo piso y sopados en agua hirviendo, haría pensar que en este caso existirían motivos para una investigación en serio.
Difícil esperarlo, sin embargo, si quienes hoy gobiernan hicieron de no dejar pasar ambulancias en los bloqueos la medida de su heroísmo, definen la democracia como el acto de mandar turbas a cercar al Congreso de la nación, haciéndolas anunciar solemnemente por el Ministro de Gobierno en persona, y han hecho del bloqueo irracional y del linchamiento físico, jurídico, y político, la base de su estrategia de poder.

El Presidente y la Periodista

Por alguna razón, digna de un análisis de sicología colectiva, sectores de la sociedad boliviana han acabado por aceptar, presumiblemente con una mezcla de rabia e impotencia, pero en silencio al fin, la sistemáticas agresiones prepotentes por parte del Presidente de la República. Desde antes de convertirse en Jefe de Estado, pero sin cambios desde que se convirtió en Primer Mandatario, Evo Morales insulta, descalifica, humilla, ofende e insulta en forma soez y desmedida, incluso cuando está llamando al diálogo a sus interlocutores.

Sus referencias misóginas, burlonas y peyorativas hacia la mujer, han sido recurrentes y la última agresión a una periodista de un canal de televisión no es la primera, ni en contra de la periodista enb cuestion, ni en contra de otros periodistas. A tal punto se ha banalizado su estilo, que la supuesta homosexualidad del Vicepresidente de la República es también uno de sus objetos de burla preferidos, insinuaciones que el aludido, por lo que se ha visto en reiteradas oportunidades, acoge con una gran sonrisa.

Desconcertante, viniendo no sólo de la primera autoridad de lo que queda del Estado boliviano, sino de alguien que no representa precisamente un modelo de virtud familiar, y que inclusive tuvo problemas de reconocimiento de paternidad y se negó a pagar pensiones familiares, delitos por los que el boliviano común corre riesgo de cárcel y que los medios que tanto critica trataron con lo que se podría calificar desde benevolencia hasta negligencia.

Más que la violencia y los muertos de los enfrentamientos, en los cuales es personal y directamente corresponsable, antes y después de llegar al gobierno, este último incidente pinta al hombre de cuerpo entero. Hacer gala de su descontrol para, desde su posición, espetar que ´él también puede ofender´, aclaración absolutamente innecesaria puesto que lo ha hecho cientos de veces, y arremeter contra los eventuales aspectos de la vida privada de la periodista, sólo desnuda su inmadurez y falta de hombría de bien.

Si bien el hecho motivó la censura de hombres y mujeres de la prensa nacional, no deja de ser sorprendente el silencio absoluto de las supuestas defensoras de la causa de género en el seno de este ´revolucionario´ proyecto político. El mismo mutismo del que hicieron gala cuando el Presidente de Irán vino a Bolivia y se negó a estrecharles la mano. Ello evidencia el indesmentible retroceso e involución de la causa de la igualdad de género en estos tiempos de incertidumbre. Tiempos de un cinismo sin fin en los que se manda a publicar un adefesio constitucional casi ilegible por su redacción, en femenino y masculino (las/los); pero, a la primera de cambio, la cabeza del proyecto atenta abusivamente contra la dignidad de una periodista haciendo su trabajo.